REVISTART Nº 196
Pintura y escultura se han dado encuentro expositivo durante este mes de diciembre, una ocasión para dialogar con la obra de Fondevila. “Espacio-Tiempo” aglutina los principales fundamentos espirituales de un artista entusiasta de la física y la geometría. Nacido en Deza, Pontevedra, José Antonio Fondevila es un creador autodidacta que define sus impulsos a través de la emoción, un trabajo concienzudo, libre y psicológico. Sus formas limpias, esenciales, pero también encriptadas por el color, no distraen, sin embargo, de significaciones más simbólicas mediante las cuales formular contenidos que sobrepasan el límite de lo material y lo temporal para ahondar en aspectos más surreales. Así lo demuestra una exposición que es compendio indispensable para asimilar el particular universo con el que nos deleita gracias a la cálida acogida que le ha proporcionado la Casa de Galicia en Madrid.
La búsqueda de las esencias, a la cual Fondevila se entrega sin pausa, descansa en una diferenciación temática y técnica que nos invita a descifrar los misterios de la naturaleza. Una sed de conocimiento que comunica disponiendo y encajando en el entorno los volúmenes que las dimensiones nos ofrecen; con ello, establece un juego dinámico y abierto, distorsionando en aquellos supuestos en los que la línea no es suficiente, y figurando lo imposible para demostrarnos lo que de oculto contiene el arrojo de la creación humana. En sus cuadros advertimos superficies inundadas de un plasma y una bruma recónditos, de raíces de lo interior que se extienden como un sistema nervioso, donde extrañas figuras humanas y geométricas se afanan en emerger sobre la multiplicidad de las dimensiones y la espiral de lo eterno manifiesta caminos por explorar. Mientras, en sus esculturas, el espacio se torna invisible y huidizo, en unas fórmulas de madera, acero y hierro que enjaulan cubismos y principios absorbidos por el medio natural, desplegando sus formas básicas para complejizarse en un entramado de aritmética visual.
Y es que la intención de Fondevila ha sido la de “provocar la reflexión a través de la representación de conceptos de uso cotidiano que raras veces nos paramos en su análisis”, una ventana intrigante pero atrayente, que enseña a la vez que dinamita las concepciones usuales del tiempo y del espacio, que retuerce la realidad y la estudia como el filósofo que desentraña la verdad entre escenarios de suposición e incertidumbre. Una trayectoria reflejada en un camino de autodescubrimiento, donde el ánimo principal, expresado a través de lo plástico, es la persecución del infinito.